¡Vaya democracia!

Así es, cada vez que pienso en España me retumba la misma exclamación en la cabeza: ¡Vaya democracia! Que incesante dolor de cabeza, que migrañas me produce pensar en mi querida España y no es para menos. En que nido de granujas, ladronzuelos desvergonzados y bufones de medio pelo se ha convertido la nación más vieja de Europa. Que tragicomedia la nuestra, trágica por los 5 millones de parados, comedia por nuestro lideres, fauna mas propia de un programa de prensa rosa que de un parlamento civilizado.
Pero mi mayor pesar no se debe a la podredumbre política sino a la impasibilidad civil, siglos lleva revindicando el hombre la libertad, el autogobierno, la justicia, en definitiva la democracia. Pagando un precio muy alto generación tras generación para ahora despreciar con indiferencia nuestras obligaciones como ciudadanos.
¿Dónde están los movimientos civiles? ¿Nos queda una pizca de civismo? No lo se, España no es Carod Rovira, Leire Pajin o Francisco Camps, España es un pueblo trabajador y sacrificado, no me creo el tópico de “uno trabajando y diez mirando”, nuestros abuelos emigraron hace poco mas de medio siglo a Europa para trabajar en los empleos que nadie quería, nuestros bisabuelos, abuelos y padres reconstruyeron un país desolado por la guerra y el cainisimo, nos dieron una democracia. Y ¿todo esto para que? Para criar una generación de NiNis -ni estudian, ni trabajan, ni tienen la intención de hacer algo con sus vidas, por poco que sea-, para sostener una casta política caciquil, para convertirnos en un protectorado de los andaluces nacionalistas catalanes y toda su tropa –Montilla por ejemplo-. No, por aquí yo no paso.

Vuelvo a repetir, ¿Dónde esta nuestra sociedad civil? Periodistas que no tengan miedo a estar fuera de la red clientelar que es el Estado español, jueces dispuestos a no amedrentarse ante grotescas amenazas de políticos sin estudios superiores, una clase media decidida a luchar contra los abusos del poder. Puede que pida demasiado.
Me viene a la cabeza movimientos como el tan sonado “Tea Party”, capaz de movilizar a millones de estadounidenses en defensa de su libertad individual. Muchos no estarán de acuerdo con los ideales del “Tea Party”, incluso con los valores que sostienen a EEUU pero lo que es innegable es que ellos nunca tendrían un Tribunal Constitucional como el nuestros, nunca tendrían un Presidente dispuesto a negar la existencia de su propia nación, nunca permitirían que un ciudadano estadounidense no aprendiese la lengua materna de su propio país.

Podría expresar la admiración que siento hacia el sistema de control democrático de las instituciones americanas, de su división y separación de poderes, de cómo estos se contrarrestan entre ellos a través de sistemas tales como los “check and balance” o el “judicial review”. Incluso algo tan simple como la honestidad de sus políticos, capaces de dimitir si se han equivocado o si existe la más minima duda sobre su honradez, se que esta cuestión escuece en Europa, en España y sobre todo entre los antiamericanos, en cuyas filas se prodigan individuos dispuestos a cualquier cosa por un sillón.

Parte de mi terapia para calmar los dolores que al principio de este textos os describía es redactar estas líneas, sin animo de que ellas algo cambien, pero con la esperanza de que una vez mas los españoles nos sorprendamos gratamente de nosotros mismos y al mundo entero, por nuestra capacidad de superar situaciones nefastas.

J.C.

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